jueves, 4 de abril de 2013

Cuento maravilloso


Esta actividad consiste en escribir un cuento a partir de una frase elegida, la mía ha sido esta: “érase una vez un príncipe que se quería casar con una princesa”. Y éste es mi cuento:
Érase una vez un príncipe que se quería casar con una princesa de un reino vecino, que era muy bella y muy buena. El príncipe, siempre que podía, iba a verla, pero tenía tan poco tiempo que la princesa de enfadaba porque quería pasear con él y él nunca tenía tiempo. El padre del príncipe quería que su hijo fuese un gran espadachín y por eso le obligaba a entrenar muchas horas al día, ya que temía que el dragón de la montaña bajase al reino y lo destruyera. El príncipe le decía a su padre que quería tener más tiempo libre porque había conocido a una princesa y quería casarse con ella pero el padre siempre le daba la misma respuesta: “Hijo mío, yo te entiendo pero el reino esta inseguro cuando tú no estás. Tienes que enfrentarte al dragón de la montaña cuando baje y así se acabará el miedo en el reino”. El príncipe, cansado de recibir siempre la misma respuesta, decidió subir a enfrentarse al dragón de la montaña. Cuando llegó a la cueva del dragón gritó: “Aquí estoy para derrotarte” y salió una llama de fuego desde la oscura cueva. Al poco tiempo salió el dragón y dijo: “¿Quién osa despertarme?”. El príncipe contestó: “Soy el príncipe del reino y vengo a enfrentarme a ti, ¡no puedes tener a mi reino atemorizado!”. El príncipe, teniendo en cuenta todo lo que había aprendido con la espada, se la clavó en el corazón del dragón y al instante se escuchó un ruido que llegó hasta el reino. El padre del príncipe lo escuchó y subió a la montaña para ver lo que había pasado. Cuando llegó vio que el dragón no estaba pero el príncipe estaba en el suelo, estaba muy débil y lo llevó de inmediato al reino para que lo curasen, pero el príncipe no despertaba. Al paso de unos días el príncipe se despertó y decidió ir a ver a su querida princesa para explicarle todo lo que había pasado y para pedirle matrimonio. La princesa, sorprendida por todo lo que había pasado, se enfadó porque nadie le había avisado de que el príncipe estuvo enfermo. Tras un largo paseo y una larga charla la princesa dijo: “Eres el hombre de mi vida, mi príncipe ideal, ¡ por supuesto que quiero casarme contigo!”. Unos días después, se celebró la gran boda y todos en el reino vivieron felices y comieron perdices.

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